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GUZZI V85TT Ruta Rioja

Moto Guzzi V85 tt

Si estás aquí es porque eres otro amante de la aventura. Por eso, te traemos un nuevo contenido de la mano de nuestro amigo Pedro Mordt, que ha recorrido otro de los bellos lugares de nuestra geografía y nos facilita su reportaje para poder compartirlo con vosotros en GUZZI V85TT Ruta Rioja.

¡Gracias Pedro!

Texto Pedro Mordt

La perspectiva no podía ser más alentadora. Una ruta por la Rioja teniendo como lanzadera un balneario desde el que saldríamos todos los días tan niquelados como si fuéramos auténticos profesionales de esto de enlazar curvas. Y si encima le  añadimos que dispondríamos de dos motos recién salidas de la cadena de montaje no es de extrañar que hasta bastante después del primer repostaje nos siguiéramos pellizcando.

El inicio de la aventura GUZZI V85TT Ruta Rioja

Arrancamos y en un pispas dejamos atrás el agobio de la ciudad para enfrentarnos de lleno con el agobio de la naturaleza. Un horizonte negro nos esperaba en lontananza, momento de atarse los machos, apretar los dientes y aguantar el terrible chaparrón con la única filosofía posible en esos momentos “el balneario, el balneario, el balneario,…”

El día empieza en el Balneario de Arnedillo, uno de los decanos de España, con una sinfonía de burbujas. En la piscina activa del mismo, un auténtico parque temático del chorro, nos vamos sumergiendo en las diversas camas de burbujas que se distribuyen a lo largo de la misma. Las hay desde las más ruidosas, con un poco de imaginación te puedes poner en la piel del explorador dentro de la caldera de los batusis, hasta las más relajadas, donde puedes mantener hasta una sesuda conversación con tu compañero. Las aguas minero-medicinales, que provienen del manantial de Arnedillo, son indicadas para innumerables afecciones pero hoy día el Balneario se ha reinventado y se ofrece más como un centro de bienestar que como un centro donde sólo acuden personas con algún tipo de dolencia.

Buena prueba de ello son el complejo de instalaciones de diseño del balneario, donde ofrecen todo tipo de tratamientos de belleza y masajes. Nosotros nos decantamos por un masaje descontracturante, por ser este el más indicado para el colectivo motero, tras el remojo que ha dejado nuestro cuerpo a tono. Con música chill-out de fondo, luz tenue y unas lámparas moras que centellean a nuestros pies el/la fisioterapeuta se emplea a fondo, amasando y tonificando cada centímetro cuadrado de nuestro cuerpo.  Al la salida, con el albornoz puesto y la mirada un poco ida se impone la gran prueba de fuego: Seguir a remojo y seguir explorando todo lo que el balneario te ofrece o invocar al espíritu motero y meter ya la primera.

El espíritu motero

Definitivamente metimos la primera, para eso estábamos allí, y nos dispusimos a recorrer parte de la geografía de la zona. Dos son las rutas que partiendo de Arnedillo nos iban a acercar hasta los lugares más recónditos de estos lares. La primera de ellas, con un recorrido total cercano a los 250 Km., se adentra primero por el cañón que forma el río Cidacos. Con los músculos tonificados por el masaje recibido poco nos importa el mal estado de la carretera, incluso se agradece para poner en su sitio algún músculo rebelde. El parcheado de la carretera dura lo justo y a partir del maravilloso pueblecito de Yanguas.

Ya en Soria, la carretera se abre y te ofrece pura diversión hasta el primer alto con historia en la ciudad celtíbero-romana de Numancia, en las afueras de Garray. Más o menos, y salvadas las diferencias, Numancia se convirtió en el pequeño pueblo galo de los de la poción mágica, toreando a los romanos durante más de veinte años hasta que Roma envió a Escipión el Africano, quien tras once meses de asedio la arrasó.

De Garray tomamos de nuevo dirección hacia La Rioja, pasamos en zig-zag el puerto de Piqueras y descendemos en picado hasta Villanueva de Cameros, donde nos desviamos hacia el oeste, hacia  lugares menos transitados y salvajes. Los pueblos que se van sucediendo son pequeños y armoniosos, la carretera principal pasa por ellos, rozando balcones y fuentes, y en más de una ocasión parece que te lleva directamente al huerto de algún paisano. El paisaje que nos acompaña es más bien agreste, la ausencia de árboles convierte el paisaje en casi lunar, pero el asfalto es bueno, agarra y hay curvas para aburrir. Como las que encontramos unos kilómetros más allá, tras la obligada visita al Monasterio benedictino de Nuestra Señora de Valvanera, morada de la patrona de la Rioja.

Hacía nuevos horizontes

La carretera sigue el cauce del río Najerilla y serpentea junto a él por un cañón de empinadas paredes. La carretera es superior, buen asfalto, buena señalización y lo que es más raro, ausencia total de rectas. En un tramo de unos diez kilómetros las curvas se suceden unas a otras, como una S repetida hasta el infinito, y sientes de verdad lo gratificante que puede llegar a ser esto de montar en moto. El pueblo de Anguiano nos recibe al final, aparece de repente, embutido entre las verticales paredes del cañón y se convierte en  obligada parada para comentar el trance vivido. De aquí la carretera nos lleva hasta Logroño y de ahí de nuevo hasta nuestra base en Arnedillo.

La segunda ruta es más corta, de cerca de 150 Km., y recorre la geografía de la Rioja Baja. En esta zona se concentran uno de los yacimientos de icnitas (huellas de dinosaurios) más importantes del mundo. Si te gustan los dinosaurios estás de enhorabuena porque encontrarás de todo, hasta unos de tamaño real, y si quieres informarte más a fondo deberás visitar el Centro Paleontológico de Enciso, al principio de esta ruta, donde obtendrás toda la información necesaria entre los rugidos de fondo de algún Iguanodon, aunque  a mí particularmente me sonaban más como el crujido del estómago de algún motero a dieta.

La carretera discurre primero entre montañas peladas, para adentrarse después en los fértiles valles donde se asientan las poblaciones del pintoresco Cornago y Cervera del Río Alhama. La carretera es en general buena, aunque hay que tener cuidado en algunos tramos por la gravilla suelta y que más tarde y por carreteras más olvidadas se convierten en negras pelotillas de oveja. Lo peculiar de esta ruta es la soledad y tranquilidad con la que ruedas, perfecta terapia para el urbanita agobiado. La vuelta a nuestra base la hacemos por la ya familiar ruta del Cidacos, pasando de nuevo por Yanguas.

Camino a La Rioja

En la Rioja hay que ver más cosas, visitas puntuales que no podemos olvidar. Como es Santo Domingo de la Calzada, San Millán de la Cogolla o los Monasterios de Suso y de Yuso. Pero sin duda no hay que partir de la Rioja sin visitar una de sus bodegas. Hay muchas y casi todas ofrecen visitas guiadas. A nosotros nos recibieron amablemente en Bodegas Riojanas en la población de Cenicero, nos enseñaron sus magníficas instalaciones, su grandiosa bodega, donde descansarán en un futuro próximo hasta 30.000 barricas y nos invitaron a comer entre otras exquisiteces chuletitas de cordero al aroma, como no podía ser de otra manera, de sarmiento. Curiosamente y según nos comentaron, el temido cambio climático les viene a los bodegueros de perlas, en este siglo han tenido ya casi tantas cosechas excelentes como en todo el siglo pasado.

De vuelta al balneario y en un bar empezamos a hablar de motos con un motero riojano, tardamos poco en sacar el mapa y este a señalarnos otras rutas imprescindibles, como la de la carretera LR 250, que enlaza el Puerto de Piqueras con Logroño, o las que ofrece la Sierra de la Demanda. Muchas veces no disponer del tiempo suficiente se puede convertir en un contratiempo pero en este caso definitivamente se ha convertido en una excusa, una más para añadir y así volver a visitar y disfrutar de esta zona tan peculiar.

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